Luis Enrique ha sabido transformar la crítica en combustible. Basta recordar su etapa como seleccionador de España, donde también defendía sus decisiones pese al ruido mediático. Hoy, en París, ha encontrado una fórmula competitiva que lo llevó a disputar la final del Mundial de Clubes. Sin embargo, se mantiene escéptico ante los aplausos: “Los elogios y las alabanzas vienen porque ganamos, si hubiéramos perdido... El mejor equipo de la última década es el Manchester City de Guardiola y cuando pierden partidos ya todos los matan. Pero eso no quita que sigan siendo un gran equipo y un gran entrenador”.
La final contra Chelsea será más que un partido: será también una nueva página en el particular vínculo entre Luis Enrique y los medios deportivos. Para él, el resultado importa, pero más aún la actitud frente a la adversidad.
En ese duelo silencioso con la prensa, el técnico del PSG parece tener claro qué lo impulsa más: el ruido de las críticas.