Con varios libros abordando el género de lo fantástico, este antropólogo que viaja constantemente a descubrir nuevos elementos de nuestra historia, se da tiempo para ahondar en esta entrevista sobre su producción.
¿Qué llevó a un odontólogo al universo de la narrativa?
Es una larga historia. De muy niño, antes de ser un dentista clínico, quise ser arqueólogo y antropólogo; con el tiempo sucedió lo lógico, la cabra tiró pal monte. Terminé trabajando dientes con bioarqueólogos, y más de 15 años después de comenzada esta mixtura profesional, publicando un tratado de antropología dental -que es una útil herramienta para los científicos sociales y forenses-, titulado Odontología Antropológica (2021).
Este libro ganó el premio Hipólito Unanue 2022 a la mejor edición científica en ciencias de la salud; más no puedo pedir. Pero antes de publicarlo, me di cuenta que debía mejorar mi técnica narrativa para escribir como científico, pero al mismo tiempo, emocionar y conectar con el lector. Y así fue como entré al mundo de los talleres de escritura creativa; y comenzó el romance. Publiqué en el 2020 una novela histórica y otras más.
¿Cómo fue el proceso creativo de la novela de ciencia ficción Ciudad Hélix (2021)?
Complejo, un dolor de cabeza. Es fundamental para mí la verosimilitud en una buena historia de ciencia ficción, por ende, tuve que informarme de climática, astronomía, antropología social andina, geología, paleontología, historia de las religiones, cosmogonía andina precolombina y más. Es una historia a contramano. Narra un futuro distópico en los Andes centrales peruanos de aquí a 200 años, después de una violenta megaglaciación, y no un calentamiento global como es la moda. Por lo brutal del proceso, la población mundial solo queda una fracción del 1%, la tecnología que empleamos hoy es historia, y los recursos escasean; hay un guiño steampunk, pues volvemos al vapor y al carbón. La degradación política es la norma, la evolución social es de no creer, y encima, hay guerra externa.
La cosmogonía andina y la ciencia ficción abundan en Chuqe Chinchay (2022), coméntanos más... Es la médula de todo en mi narrativa. Creo que soy un andino precolombino reencarnado en un mundo escéptico que se olvidó de cómo escuchar a los cerros, las rocas, los manantiales. Y créeme que son locuaces. Y de la ciencia ficción me nutrí de la enorme biblioteca paterna. Como te dije, soy algo contreras y después de leer ciencia ficción, me llamó la atención que pocos escritores nacionales ahonden el formidable bestiario andino. Para hacértela corta, pienso que el pishtaco es una marca Perú, pues es propio del imaginario centro andino, pero, preferimos fantasear con otro tipo de entidades. Lo peruano lo es todo en mi narrativa.
¿Tienes nuevos proyectos narrativos?
Sí. De hecho, tengo otro cuentario ya listo en la puerta del horno a la espera de una editorial idónea. Es una continuación ampliada y mejorada del Chuqe Chinchay, en varios sentidos: son 14 cuentos que siguen la senda del bestiario tradicional andino y neoandino, pero también amazónico; yakurunas, sirenas, enanos, carbúnculos, etc. Además, con la inclusión de narraciones que se adentran en la problemática que generará en el futuro el uso indiscriminado de la inteligencia artificial.