Cultura

La última exhumación

Los restos de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo debían ser estudiados antes de su beatificación

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DIARIO VIRAL

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Escrito por: Dante E. Zegarra López 

 

 

Hace cuarenta años, el 22 de enero, se llevó a cabo la última exhumación de los restos de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, un paso crucial antes de su beatificación.

El arzobispo Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio organizó el evento, asegurando que se siguieran las normas del Código de Derecho Canónico y las disposiciones de la Congregación para las Causas de los Santos. 

Un tribunal específico supervisó la exhumación, compuesto por varios religiosos y laicos. Los restos fueron examinados y parte de ellos se enviaron al Vaticano para su conservación y veneración. 

Días antes, el arzobispo Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, conversó con cada uno de los seis laicos que estarían presentes en la exhumación de los restos de la sierva de Dios.

Ellos, al recibir la invitación se comprometieron a guardar silencio y a esperar la llamada telefónica que confirmara la hora y la forma de ingreso al templo del Monasterio de Santa Catalina.

Apenas una hora antes del inicio del acto, los laicos, los sacerdotes y religiosos se enteraron que llegó del momento. Eran las nueve de la mañana. Sólo hubo un cambio de última hora entre los participantes al acto. 

El doctor José Valentín Linares Ortiz, quedó impedido de participar pues al momento de ser citado, tenía que ingresar a sala de operaciones.

Quince personas acompañaron al arzobispo metropolitano de Arequipa, en el acto, siguiendo las normas contenidas en el Canon 1180 del Código de Derecho Canónico de 1983 y las disposiciones de la Congregación para las Causas de los Santos.

Estas normas tenían como propósito garantizar el respeto debido a los restos mortales, además de la autenticidad y conservación en el contexto de un proceso de beatificación o canonización.
El prelado arequipeño, según las normas formó un tribunal específico para supervisar la exhumación. 

EQUIPO ESPECIAL DE LA EXHUMACIÓN.

En el caso específico de la exhumación de los restos de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo el tribunal estuvo liderado por la madre Amada Romero quien era priora del Monasterio de Santa Catalina y un equipo de religiosas, sacerdotes, médicos, albañil y la participación especial de Dante Edmundo Zegarra López quien es periodista e investigador de la historia de Arequipa.

Lista de todo el tribunal:

  1. Madre Amada Romero, priora del Monasterio de Santa Catalina
  2. El R.P. Benigno Gamarra Padilla, postulador de la causa
  3. R.P. José María Gordo Fernández, capellán del Monasterio de Santa Catalina
  4. R.P. Efraín Romaña Osnayo, canciller del arzobispado y notario
  5. César Augusto Pío Trillo Rodríguez, médico
  6. R.P: Anselmo Chávez Mercado
  7. R.P. Ángel Castro
  8. La madre Sor María Auxilio Delgado Alemán, madre de novicias y archivera
  9. Sor Isabel del Sagrado Corazón de Jesús Irure. madre del Consejo
  10. Señora Cristina Bellido de Silva Santisteban, presidenta de los Círculos Monteagudo
  11. Arquitecto Raúl Hinojosa Arenas, quien dirigió la construcción del altar dedicado a sor Ana de los Ámgeles
  12. Ing. Eduardo Bedoya Forga, presidente de Promociones Turísticas
  13. Vicente Pilco Andazabal, albañil 
  14. Dante Edmundo Zegarra López, investigador de la Historia de Arequipa y periodista.

Retirada la lápida que se colocó el 9 de enero de 1950, al ser ubicados los restos de la venerable religiosa entre el enrejado que separa el Coro Bajo y el templo por disposición del arzobispo José Leonardo Rodríguez Ballón, se ubicó la caja metálica que los contenía.

Abierta esta urna se esparcieron los huesos sobre el mantel que cubría una amplia mesa. 
Junto con los restos se encontraron las actas de las anteriores exhumaciones. La primera de éstas se verificó el 29 de octubre de 1686, dispuesta por el obispo Antonio de León, encontrando el cuerpo de la Sierva de Dios en estado incorruptible pese a los diez meses de su tránsito.

El segundo traslado de los restos de Sor Ana de los Ángeles se produjo el 22 de enero de 1731, medio de la silla que preside el coro sobre el poyo, reubicándolos en la pared izquierda del Coro Bajo, al pie del altar de Jesús Nazareno. 

El tercer traslado se efectúo el 20 de junio de 1817, presidido por el deán Saturnino García de Aránzuri, siendo priora sor Faustina de Nuestra Señora del Carmen y Araníbar. 

Los restos fueron trasladados a una caja forrada de plomo.
El 22 de enero de 1985, luego de verificado los restos, se dispuso que parte de éstos fueran ubicados en una urna de madera labrada con una ventana circular que permitiera ver el cráneo de la insigne religiosa y que sería ubicada en el altar construido dentro del Templo.

Un grupo de restos fueron reservados para ser enviados a Vaticano. El Vaticano como centro espiritual de la Iglesia Católica, conserva las reliquia asegurando que estén disponibles para la veneración por su importancia universal.

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