Cultura

La triste muerte de Sebastián Barranca

El intelectual de Camaná que murió en el olvido y la extrema pobreza a pesar de su aporte a la educación

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MANUEL TORRES CASTILLO

MANUEL TORRES CASTILLO
redaccion@diarioviral.pe

Sin lugar a dudas, Sebastián Barranca es una de nuestras mentes brillantes menos valoradas; a pesar de los grandes aportes que en su época brindó a nuestra nación, murió en el más grande olvido y extrema pobreza. 

José Sebastián Barranca Lovera, nació el 20 de enero de 1830 en Acarí, jurisdicción que en ese entonces pertenecía a Camaná. Fueron sus padres José Manuel Barranca Cabello y doña Isabel Lovera Mendoza.

A los 3 años de edad se trasladó con su madre a Jaqui, distrito de Caravelí, para cursar sus estudios en la escuela del maestro español Pablo Dávalos, ubicada en el poblado de San Francisco. Continuó su instrucción en Ica, culminándolos finalmente en la ciudad de Lima en el colegio de don Simón León, ubicado en la calle Las Descalzas.

ALUMNO MÁS DESTACADO DE MEDICINA. El año de 1846 ingresó al Convictorio de San Carlos y en 1849 al Colegio de Medicina de la Independencia, que en ese entonces era dirigido por el prestigioso doctor Cayetano Heredia. Barranca fue el alumno más destacado, su rápido aprendizaje sorprendió a sus maestros; esto motivó que se gane el cariño y simpatía del Dr. Heredia, quien lo nombró bibliotecario y lo promovió a segundo año sin haber culminado el primero, pronto sus compañeros empezaron a sentir envidia y realizaron protestas por la decisión del decano, estas reacciones afectaron mucho al joven Barranca y decidió abandonar sus estudios de medicina. 

Decepcionado de su paso por el Colegio de Medicina, en 1850 inició sus estudios como alumno libre en la Universidad Nacional de San Marcos
Fue poliglota, llegó a dominar 8 idiomas: castellano, latín, griego, quechua, aimara, francés, alemán e inglés.

En 1851 se creó la Facultad de Medicina de San Fernando y se nombró como primer decano al Dr. Cayetano Heredia, quien de inmediato llamó a su dialecto alumno Barranca para que enseñe los cursos de griego y latín.

Fue tanta la dedicación que puso a sus obligaciones pedagógicas que descuidó su salud y cayó enfermo de tuberculosis, por indicación médica  se fue a radicar a la sierra, laborando como profesor  de matemática en Ayacucho y de física en Huancayo, ciudad en la que fundó el colegio Santa Isabel. 

EL CATEDRÁTICO PARA ADMIRAR. Restablecida su salud, retornó a Lima en  el mes de febrero de 1858, su dominio de idiomas y gran conocimiento científico le valieron para ser nombrado profesor de griego y latín en el colegio Guadalupe y del curso de Historia Natural en el Convictorio San Carlos. 
En 1868 entró a formar parte del cuerpo de catedráticos de la Universidad San Marcos, siendo uno de los fundadores de la Facultad de Ciencias, ese mismo año tradujo al castellano el drama quechua “Ollantay”. 
Fue nombrado el año de 1869 director del Museo de Historia Natural. 

En 1876 promovió la fundación de la Escuela de Minas, enseñando el curso de mineralogía. Su prestigio fue acrecentándose cada vez más,  tanto así que el botánico alemán Kremplehuber en homenaje a Barranca, denominó a una nueva especie de planta, “lecidea barrancae”.

El 16 de enero de 1881, ante la inminente toma de Lima por parte del ejército chileno, Barranca  acompañado de dos profesores y un grupo de alumnos cavaron una profunda fosa en el Jardín Botánico y escondieron libros e instrumentos del laboratorio de física  y química.  
Con el fin de recuperar todo lo relacionado a la ciencia, que los chilenos habían destruido, el 13 de agosto de 1881, instituyó   la Sociedad Amantes de la Ciencia.

FUE MAESTRO DE PERSONAJES ILUSTRES PERUANOS.  A lo largo de su vida tuvo la suerte de enseñar a jóvenes que más tarde se convirtieron en el orgullo de la nación,  entre sus alumnos más destacados se encontraban Julio C.Tello, Daniel Alcides Carrión y Rufino Aspiazú.

En los últimos años de su vida, Barranca sufrió de uremia, su avanzada edad y este mal generaron que su salud se vea  seriamente resquebrajada; su fiel discípulo Rufino Aspiazu, quien era como un hijo para él,  lo llevó al Hospital Italiano, quedando internado.

Lamentablemente un terrible descuido de un enfermero que le colocó una sonda urológica mal desinfectada le provocó una fuerte infección urinaria, falleciendo  el sábado 4 de diciembre de 1909 a las 8:30 a.m. en completo abandono, injusto olvido y profunda miseria, todo esto  pesar de ser considerado el pionero de las ciencias naturales en el Perú.

Su cuerpo fue velado en la sala mortuoria del Hospital Italiano y sepultado en un  nicho temporal del Cementerio General de Lima. 
Al cumplirse dos años de su entierro, la Beneficencia Pública de Lima amenazó con retirar los restos de Barranca y arrojarlos a una fosa común, frente a esta amenaza, su alumno más querido Rufino Aspiazú, dando muestras una vez más de la gratitud hacia su maestro, adquirió con su propio dinero un nicho, en donde finalmente el lunes 30 de setiembre de 1912 fueron trasladados los restos de Barranca. 
 

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