En 1872 Manuel Pardo y Lavalle fue elegido para ocupar la Presidencia de la República, una de sus principales propuestas para hacer frente a la crisis que atravesaba el país fue reducir gastos en el campo militar, como es lógico esta decisión generó el rechazo de los altos mandos castrenses, entre los que se encontraban los hermanos Gutiérrez: Tomás, Silvestre, Marceliano y Marcelino, todos ellos oriundos de Majes.
El 7 de diciembre de 1871 el presidente José Balta nombró al coronel Tomás Gutiérrez como Ministro de Guerra. Al llevarse a cabo las elecciones de 1972, el ganador fue Manuel Pardo y Lavalle, este resultado trajo preocupación a cierto grupo de las fuerzas militares quienes tenían miedo de perder los beneficios que gozaban, en esa coyuntura aconsejaron a Balta perpetuarse en el poder y desconocer el resultado electoral, pero este no aceptó el pedido.
Ante la negativa del saliente mandatario, el 22 de julio de 1872 Silvestre Gutiérrez acompañado de dos compañías del batallón «Pichincha», ingresó a Palacio de Gobierno, capturó al presidente Balta y lo encerró en una celda del cuartel de San Francisco, después se dirigió a la plaza de Armas y junto a su hermano Marceliano declararon la destitución de Balta y proclamaron a su hermano Tomás como general del ejército y jefe supremo de la república, la Marina de Guerra y el Congreso repudiaron esta conducta antidemocrática.
LOS ASESINATOS DE LOS HERMANOS. El pueblo de Lima también puso de manifiesto su rechazo a estos atropellos desatándose diferentes movimientos de protesta. El 26 de julio Silvestre Gutiérrez fue asesinado por una enfurecida turba cuando se dirigía al Callao para pagar a una de las pocas tropas que los apoyaban, no contentos con matarlo, el tropel destrozó su cadáver.
Al enterarse Marceliano Gutiérrez de la muerte de su hermano, en un acto de venganza ordenó acribillar a Balta.
Enterado el pueblo del cobarde asesinato del presidente Balta, se alteró aún más y masacraron a Marceliano Gutiérrez.
Por su parte, Tomás y Marcelino al verse abandonados y sin apoyo decidieron escapar, este último encontró refugio en la casa de unos amigos; Tomás con el rostro cubierto y con sombrero de lugareño, huyó por las calles de Lima gritando “Viva Pardo”, a pesar de su intención de pasar desapercibido, fue reconocido y apresado. Al llegar a la plazuela de La Merced, una multitud lo insultaba, los militares que lo resguardaban ya no pudieron controlar la situación, lo ingresaron a una botica y cerraron las puertas, pero el tumulto las rompió, lo encontraron y lo apuñalaron en el pecho y caja toráxica. Su cuerpo fue sacado a la calle y colgado en un farol frente al Portal de Escribanos, misma suerte corrió horas más tarde su hermano Silvestre.
A muy tempranas del día 27, los ultrajados cadáveres de ambos hermanos fueron trasladados a una de las torres de la Catedral. Horas más tarde las cuerdas que sujetaban los cuerpos fueron cortadas, cayendo violentamente al suelo para luego ser quemados.
El único sobreviviente fue Marcelino, quien años más tarde enfrentó a las tropas chilenas en las batallas de San Juan y Miraflores.
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