Cultura

El Seminario de San Jerónimo

Institución dedicada a la formación sacerdotal ejerce esta labor por más de cuatro siglos

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MANUEL TORRES CASTILLO

MANUEL TORRES CASTILLO
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El 20 de julio de 1609 mediante bula papal otorgada por Paulo V se creó la tercera diócesis peruana: la de Arequipa.
El Pontífice nombró como primer obispo de Arequipa a fray Cristóbal Rodríguez y posteriormente a fray Juan de las Cabezas Altamirano, lamentablemente ninguno pudo asumir el cargo porque fallecieron en el camino, es así que se eligió al agustino Pedro de Perea Osa como prelado del obispado naciente.

Pedro de Perea tomó posesión de su sede el 1 de agosto de 1619, ese mismo año erigió la catedral y el seminario de San Jerónimo.
Si bien es cierto que cinco órdenes religiosas predicaban la palabra de Dios, la diócesis de Arequipa era un territorio muy extenso y disperso, se necesitaba de religiosos que dieran a conocer el evangelio y administren los sacramentos, en vista de ello y cumpliendo lo establecido en el concilio de Trento, Pedro de Perea estableció el seminario bajo la advocación de San Jerónimo.

Adquirió en subasta las casas del canónigo Miguel Garcés por la cantidad de 9000 pesos y construyó una capilla, sala rectoral, cuartos colegiales y oficinas. La propiedad del canónigo Miguel Garcés abarcaba desde el actual Palacio Arzobispal hasta la mitad de la última cuadra de la calle San Francisco, el seminario fue construido donde existe una fachada con la imagen de la Virgen de la Asunción, tallada en sillar.

Las universidades de San Marcos en Lima, San Antonio Abad del Cuzco y San Francisco Xavier de Chuquisaca se encontraban muy distantes de Arequipa, por lo que monseñor Perea decide fundar el 30 de setiembre de 1619  el colegio seminario conciliar de San Jerónimo de Arequipa, entrando en funciones un año después. Su primer rector fue Miguel Garcés.

Sus primeros años de existencia no fueron de mucha trascendencia, hasta que el 6 de setiembre de 1778 ante la renuncia del obispo Miguel Gonzales de Pamplona, asumió el obispado José Chaves de la Rosa Galván y Amado, quien llevó a cabo una reforma total del seminario permitiendo el intercambio de ideas. Fue la mejor etapa del seminario ya que se convirtió en el semillero de importantes ideólogos que influenciaron en las ideas libertarias y posterior independencia del Perú.

Guillermo Zegarra Meneses divide la existencia del seminario en 4 etapas:
- La del empirismo y atraso (1616- 1790)
- La de la reimplantación y renovación (1791- 1804)
- La de la regresión al conservadorismo (1805- 1825)
- La decadencia

Chaves de la Rosa se propuso realizar muchas reformas pues antes de asumir el obispado realizó una visita pastoral y observó que las rentas del seminario eran muy pobres, la enseñanza solo constaba de latín y filosofía peripatética (Aristóteles), además de una mala alimentación, ante tal situación el obispo buscó nuevas rentas, refaccionó el local, amplió las oficinas, redacto una nueva constitución a pesar de la oposición del cabildo eclesiástico, organizó un nuevo cuerpo docente, recibió nuevo alumnado y redactó el título de erección que fue aprobada por el Rey mediante cedula expedida el 1 de julio de 1807.

Las rentas estipuladas para la reorganización del seminario fueron del 3 por ciento de las capellanías y cofradías eclesiásticas, ingresos correspondientes al hospital San Juan de Dios, una cuota sobre los tributos asignada en 1800 pesos, contribuciones de quienes percibían ingresos fijos, el tres por ciento de los sínodos de los curas, entre otros ingresos que contribuyeron al mejoramiento del seminario.

El plan de estudios que estableció Chaves de la Rosa consistía en: doctrina cristiana, latín y gramática castellana, lenguas orientales (griego, hebreo y árabe), filosofía, matemática, física, teología, sagrada escritura, disciplina eclesiástica, ritos y cómputo eclesiástico , derecho natural, derecho de gentes, civil y canónico.

Creó la biblioteca del seminario y la enriqueció con su biblioteca personal que fue traída en 30 cajones desde el puerto de Cádiz en la fragata Santa Rufina, y por la de los jesuitas que habían sido expulsados del Perú en 1767. La biblioteca contaba además de textos religiosos con libros de cultura greco- latina, obras de enciclopedistas franceses y de ideólogos ingleses.

Había alumnos becados como José María Corbacho y Abril y también pagantes, además solo eran aceptados hijos legítimos, los estudios duraban 6 años y las vacaciones eran solo de 12 días, del 25 de diciembre al 6 de enero.
El uniforme consistía en loba azul, beca roja con escudo, chupa, calzón y bonetes negros y para salir de paseo usaban balandrán y sombrero.

Para doctorarse los alumnos iban a las universidades de Lima, Cusco, Huamanga o Chuquisaca, primero realizaban practica forense en las Reales Audiencias y después obtenían el título de abogado. Por ejemplo uno de sus alumnos preferidos de Chaves de la Rosa, Francisco Javier de Luna Pizarro, obtuvo los grados de licenciado en teología y en derecho civil y canónico en la Universidad del Cusco.

Uno de sus más importantes colaboradores fue el Dr. Mariano de Rivero y Araníbar, reconocido como el primer maestro en el Perú de derecho natural, de gentes y de la física de Newton. Lamentablemente murió muy joven, apenas con 39 años de edad. Fue tanta la influencia que tuvo de Rivero que al enterarse de su desaparición, el obispo Chaves de la Rosa exclamó: “Se ha apagado la luz de mi obispado y no teniendo a él, yo no debo seguir mandando”.

Durante el obispado de Chaves de la Rosa se formaron casi 500 alumnos en el seminario, de este centro de estudios salieron personajes como Mariano Melgar Valdivieso, José María Corbacho y Abril, Francisco Xavier de Luna Pizarro, Mariano José de Arce, Andrés Martínez Orihuela, Evaristo Gómez Sánchez, Benito Lazo Montesinos, Manuel Ascencio Cuadros, José Gregorio y Mateo Paz Soldán, Manuel Toribio Ureta Pacheco entre otros ilustres personajes.

Se podría decir que el seminario de San Jerónimo fue la base de los posteriores centros de estudios como la Academia Lauretana, el Colegio Nacional de la Independencia Americana y la Universidad de San Agustín, ya que de él salieron sus fundadores y profesores.
El obispo Chaves de la Rosa, tuvo muchas discrepancias con los miembros del cabildo eclesiástico y con las monjas del monasterio de Santa Catalina quienes se oponían a una serie de reformas que quería realizar, esto lo llevó a renunciar al cargo en 1795, pero encontró respuesta, finalmente el 9 de agosto de 1805 el Papa Pío VI aceptó su renuncia, concluyendo de esta manera una etapa muy próspera de educación e ilustración.

Su sucesor, Luis Gonzaga de la Encina retornó al antiguo conservadorismo, expulsó a los alumnos que según él habían sido corrompidos con ideas liberales y elaboró una nueva Constitución.

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