José Trinidad Morán y Manzano nació en Tocuyo, Venezuela el 26 de noviembre de 1796. Apenas con 16 años de edad se enroló al ejército del Libertador Simón Bolívar.
En 1823, Bolívar dispuso el traslado de Antonio José de Sucre al Perú, quien vino acompañado por Morán. A pesar de su corta edad, Morán gozaba de un amplio prestigio militar y por este motivo fue designado a cumplir misiones.
En 1824 participó en las batallas de Junín y Ayacucho, enfrentamientos en los cuales se selló nuestra independencia.
El 24 de diciembre de 1824 Morán y su batallón Vargas partieron al Cusco y posteriormente a Arequipa, ciudad en la que contrajo matrimonio con Rafaela Zereceda y Zaconeta, el 22 de octubre de 1825.
Continuando con su vida militar viajó a Potosí y Guayaquil, retornó al Perú, pero fue tomado prisionero y expulsado a Chile por el presidente José de la Mar.
El 26 de febrero de 1826 se le concedió su retiro del ejército para establecerse de forma permanente en Arequipa, dedicándose a la agricultura y siendo además uno de los principales propulsores de la construcción del Teatro Fénix, propiedad de su esposa Rafaela Zereceda.
REBELIÓN. Al mando del general Domingo Nieto formó en 1834 el regimiento “Libres de Arequipa”, participando en diferentes revoluciones, en 1836 dio su apoyo a la Confederación Perú – Boliviana, una vez derrotado el proyecto de Santa Cruz, regresó a Arequipa.
En 1854 estalló en la Ciudad Blanca una rebelión del mariscal Ramón Castilla en contra del presidente José Rufino Echenique, Morán se unió a las fuerzas de Echenique derrotando a los subversivos en el lugar llamado Alto del Conde, a 20 km. de Moquegua.
El 19 de noviembre Domingo Elías, jefe político y militar de Echenique, llegó a Arequipa con 180 hombres. Morán y su ejército los enfrentaron, pero el 1 de diciembre es rodeado y apresado en la Quinta Landázuri y ordenaron su fusilamiento, en el lugar dicta su testamento y se confiesa, posteriormente fue sacado de allí esposado y conducido por las calles Guañamarca (Rivero), Santo Domingo, del Rosario (3.ª cuadra de Morán) y del teatro (1.ª cuadra de Morán), haciendo su ingreso a la plaza de Armas, en cuyo centro se levantó el patíbulo. El momento más trágico y conmovedor fue cuando paso por el teatro Fénix, en los balcones estaban su esposa, sus suegros y sus hijas Fortunata y Rafaela, quienes lloraban desconsoladamente.
Antes de ser ejecutado rechazó sentarse y que se le venden los ojos, exclamó a su verdugo: “Quiero morir como soldado, con mi vista entera, de pie, derecho”. Estando ya preparado ordenó: “¡Muchachos, apunten, fuego!
Una vez muerto, una mujer se desprendió de los curiosos pobladores y acercándose al cadáver hincó sus ojos con el extremo inferior de su paraguas, reventándoselos en el acto.
Pero este no fue el único ultraje que sufrió el inerte cuerpo de Morán, ningún cura quiso hacerse cargo de las exequias y la turba de espectadores arrastró el cadáver un corto tramo; una negra esclava de la familia lo cubrió con alfalfa, lo colocó sobre una mula y lo llevaron a Yanahuara para enterrarlo.
El 17 de noviembre de 1892, su cuerpo fue trasladado a la parroquia de Cayma, debido a que la familia era devota de la Virgen de la Candelaria.
Finalmente, el 30 de noviembre de 1954 en solemne ceremonia sus restos fueron exhumados y repatriados a Venezuela, siendo depositados en el Panteón Nacional de Caracas.