Hay artistas que a pesar de ya no estar físicamente con nosotros, viven eternamente en el corazón de su pueblo, este es el caso del inolvidable “Cholo” Berrocal, dueño de un estilo muy particular, una melancólica voz y una fecunda inspiración; las letras de sus canciones son himnos al desamor, al desprecio y a la tristeza.
Isidoro Berrocal Coronado nació el 14 de marzo de 1936 en la provincia de Caravelí, a los pocos meses de venir al mundo sufrió un accidente el cual trajo como consecuencia su ceguera.
Después de este triste episodio que marcó su vida para siempre, en compañía de sus padres Isidoro Berrocal Vizcardo y Rosa Coronado Espinosa viajó a Lima para estudiar en el colegio para invidentes Luis Braille.
Para tratar de mitigar la pena por su discapacidad visual se refugió en la música, aprendió a tocar la guitarra presentándose en diferentes emisoras limeñas, su dulce y romántica voz pronto empezó a llamar la atención del público.
En 1956 tuvo lugar un concurso interescolar de música, Berrocal participó representando a su centro educativo, logró el segundo lugar con la interpretación del vals “El provinciano”. Fue en aquel certamen que conoció a su gran amigo y primera guitarra, Rolando Vento Frías.
Las primeras canciones que grabó Berrocal con la guitarra de Vento fueron los valses “Desprecio”, tema de su propia inspiración, y “Nunca podrán”, que en ese entonces ya era un éxito en la voz de Luis Abanto Morales.
La esposa del presidente Manuel Prado, Clorinda Málaga, le obsequió a Berrocal una operación a la vista en Estados Unidos, para poder conseguir ingresos económicos para emprender el viaje, Berrocal y Vento realizaron numerosas presentaciones en el interior del país, durante la gira interpretaron por primera vez un tema que jamás imaginaron se convertiría en su mayor éxito, nos referimos a “Payaso”, un vals que Berrocal aprendió de niño en su natal Caravelí, incluso ante la imperiosa necesidad de conseguir una canción para completar la grabación de dos discos decidieron grabarla como “relleno”, Rolando Vento tuvo que improvisar en ese momento la introducción dando como magnífico resultado su más celebrada armonía.
El resultado de las grabaciones fueron del agrado del propietario de la disquera MAG, Manuel Guerrero, quien los contrató para inmortalizar muchos otros éxitos como “Quejas de mi guitarra”, “Caravelí”, “Triste bohemio”, “Vecinita” y muchos más.
Las grabaciones se vieron interrumpidas, porque Berrocal tuvo que viajar a Estados Unidos para concretar uno de sus más grandes anhelos: recuperar la vista. A pesar que no recuperó la vista por completo, la operación fue considerada un éxito, entonces Berrocal tomó la decisión de emigrar a Puerto Rico, país en el que se casó con Irene Rodríguez Ortiz con quien procreó 5 hijos.
En 1973 retornó al Perú con la firme intención de grabar un nuevo género musical: el bolero, es así que inmortalizó “Fruto amargo” y “Amor de contrabando”.
Berrocal volvió a viajar a Puerto Rico, retornando un año después con la idea de continuar grabando con Rolando Vento, pero el guitarrista se encontraba concentrado en otros proyectos, surgiendo entonces la figura de Braulio Hito, quien lo acompañó en sus últimas grabaciones.
El 20 de enero de 1983, la desgracia y dolor llegaron nuevamente a su vida, su hija primogénita, Rosa Herminia Berrocal Rodríguez perdió la vida en un accidente automovilístico y un año después, el lunes 16 de enero de 1984, el querido “Cholo” Berrocal partió a la eternidad, un tumor maligno en el cerebro le arrebató la vida.
Gracias a la intervención de amigos y familiares sus restos mortales fueron repatriados y hoy se encuentran en el cementerio El Ángel de la ciudad de Lima.
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