Arequipa tiene un dúo que marca a su público con su trayectoria en varios escenarios. Karla Zegarra Enríquez y Marco Antonio Flores Polanco dedican su voz y alma a la música
¿Por qué “Dúo Lágrima”? En 1999 habíamos pasado una década de crisis en el país, en donde se institucionalizó la corrupción, continuaba un régimen autoritario. Desde este punto, se vuelven a escuchar las melodías tristes de la música andina, así como sus carnavales que fomentan la alegría, es por esto que el ser humano del ande llora de tristeza y de alegría y una lágrima esboza su universo, esa inmensidad de pensamiento.
¿Qué significa mezclar el canto lírico con lo andino? Estudié música en la UNSA, mi maestra fue Elizabeth Urizar, tuve una educación vocal, en ese tiempo la voz con la que cantaba me salía de forma natural, entonces, me salía espontáneamente cantar como soprano. En el caso de Marco Antonio, quien es un admirador del maestro Raúl García Zárate, estaba prendado de la música andina. A medida que transcurrieron los años descubrimos más melodías, más técnicas. Nos gusta cómo entre voz y guitarra se hace música andina, aunque fuimos una propuesta diferente ya que nos aconsejaban unir más instrumentos, nosotros persistimos en la propuesta de dúo. Hemos logrado hacer llorar a nuestro público, recordando a sus seres queridos, a su patria, a su propio dolor como humanos. Como decimos siempre, “Somos el dúo más lacrimógeno del Perú” y somos totalmente, como nos dicen, una propuesta “underground”.
¿Cuál es su momento más memorable en estos 25 años de trayectoria? El primer momento fue de firmar autógrafos, tocar en amistad con Manuelcha Prado y Ernesto Hermosa, tocar en el mismo escenario con las grandes voces y leyendas de la música arequipeña, tocar acompañados de nuestra hija Sami Flores quien es ahora una destacada joven violinista. No obstante, creemos que el momento es el hoy, este el que nos hace seres que continúan dedicándose a la música andina, este en el que después de 25 años continuamos haciendo música desconocida para muchos, aunque no estamos en el plan de divulgación, de comercializarnos, estamos en el plan de querencia a esas melodías, de protesta con esas canciones, de crearnos y de recordarnos con esa melancolía a nuestra cultura.