Cuando Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) escribió “Matate, amor”, jamás imaginó que años después Martin Scorsese produciría su adaptación cinematográfica, protagonizada por Jennifer Lawrence. “Escribir, a veces, es un acto gratuito”, cuenta Harwicz a BBC Mundo. “Era simplemente una necesidad”.
La novela, publicada en 2012, se adentra en la mente de una madre primeriza que enfrenta una maternidad asfixiante entre el amor y el rechazo a su hijo. “Escribir ‘Matate, amor’ fue como escribir un diario de guerra”, recuerda la autora, quien concibió la historia mientras criaba a su bebé en el campo, aislada y desbordada emocionalmente.
Harwicz asegura que la obra no nació como un diagnóstico literario sobre la depresión posparto, aunque muchos la hayan leído así. “A veces, para vender una obra hay que meterle un diagnóstico... pero yo escribí una madre normal que acaba de tener un hijo normal”, afirma. Para ella, su personaje encarna los extremos de la maternidad, donde la ternura convive con la rabia.
“Poner todo eso a coexistir con cambiar al bebé y darle la teta suena un poco perverso. Pero eso es también ser madre”, reflexiona Harwicz al explicar la dualidad entre deseo y maternidad. Esa ambigüedad, dice, es lo que hace humana a su protagonista: una mujer que ama, odia, desea y se culpa, todo al mismo tiempo.
Hoy, la autora celebra el salto de su historia a la gran pantalla sin perder el asombro. “Nunca pensé que iba a llegar a Scorsese. Jamás en la vida”, confiesa. Ver a Jennifer Lawrence interpretar su creación, dice, fue “como un milagro: algo que empezó tan pequeñito y se convirtió en esto”. Una muestra de cómo la literatura más íntima puede alcanzar la universalidad del cine.
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