Cultura

Arequipeño en la independencia

Jerónimo Cavero Rosas es el mistiano que estuvo presente en la proclamación de la independencia del Perú en el año 1821

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MANUEL TORRES CASTILLO

MANUEL TORRES CASTILLO
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El domingo 15 de julio de 1821 se desarrolló un cabildo abierto en el Ayuntamiento de Lima. Estuvieron presentes los vecinos notables de la ciudad y el cabildo eclesiástico. En esta reunión aprobaron el acta de la independencia que fue redactada por el abogado Manuel Pérez de Tudela. En la primera página estamparon su rúbrica ilustres personajes, entre los cuales podemos encontrar a tres religiosos arequipeños, dos de ellos conocidos y el tercero un personaje poco recordado, a pesar de su denodado esfuerzo en aras de consumar nuestra independencia, me refiero a Francisco Javier de Luna Pizarro, Mariano José de Arce Bedregal y el ignorado Jerónimo Cavero Rosas.

SU VIDA. Jerónimo Cavero Rosas nació en Arequipa, hijo de don Pedro Cavero y doña Teresa Joaquina Rosas. A muy temprana edad ingresó al Convento de San Pablo de su ciudad natal. Realizó sus estudios en la Universidad San Antonio Abad del Cusco donde alcanzó el doctorado en teología. Se desempeñó como examinador sinodal de la Paz y el Cusco y calificador del santo oficio de Lima.

En 1809 y por once años fue doctrinero de Acos y Acomayo en el Cusco, al estallar el movimiento patriota en la Paz y Argentina se incorporó como vicario general de los ejércitos realistas comandados por el arequipeño José Manuel de Goyeneche, demostró su caridad, prestando ayuda a los heridos de ambos ejércitos. Sobre su proceder en la batalla de Guaqui, Goyeneche señaló: “En el puente recibió, consoló y acarició con sus limosnas y con sus dulces palabras a los prisioneros enemigos y a los heridos de ambas partes; a todos los cuales asistió con entrañable caridad por toda esa noche, en los días siguientes sirviéndoles como amoroso hospitalario”.

En julio de 1816, el padre Juan Gabriel Bracho, prior del colegio de Santo Tomás y vicario general de la provincia, autoriza a Cavero para que pueda asumir el curato de San Juan Bautista de Yanahuara, en su tierra natal.

Poco a poco la perspectiva de fray Cavero Rosas fue cambiando y acercándose más a la causa patriota, quizás el ver de cerca los abusos que cometían los españoles contra los indios. Constantemente reflexionaba y decía: “¿Cómo me había yo de ir con esos condenados ladrones, usurpadores de nuestras tierras? 

En 1820 apoyo a otro padre arequipeño como fue Ángel Vicente de Zea en la reimpresión del opúsculo patriota “El clamor de la justicia e idioma de la verdad”. El padre Zea durante su testimonio ante la Junta de Purificación, manifestó que encontró en el Padre Cavero “un verdadero americano, un decidido patriota”.

Cavero estuvo presente aquel histórico sábado 28 de julio de 1821 cuando don José de San Martín proclamó la Independencia del Perú.

Contribuyó de su propio peculio como catedrático de la Universidad San Marcos para el mantenimiento de nueve oficiales de las tropas libertadoras de La Plata que estaban alojados en el convento de Santo Domingo.
El 13 de abril de 1822 convenció a la comunidad de dominicos para que cediera la plata labrada de la iglesia para sostener la causa patriótica.

El 14 de marzo de 1822 dirigió el manifiesto a sus feligreses de Yanahuara “Viva la Patria” en donde con mucho entusiasmo y convencimiento señala: “Más, escuchad, feligreses míos, la voz de vuestro amante Pastor. Ella no puede seros sospechosa, pues que preciado como sabéis en otro tiempo a servir entre las filas de un ejército que no se proponía otro objeto que el de remachar vuestras cadenas, pues al presente hablaros animado por el más sincero y saludable desengaño”.

En 1824, el fray dominico José de Seminario fue tomado prisionero en los castillos del Callao por desempeñarse como capellán del ejército libertador, fue condenado a muerte, pero gracias a la intercesión de Cavero, fue absuelto.

Fue víctima de calumnias, sobre todo por parte del prior del convento del Rosario, fray José Salazar, quien en una reunión lo llamó “excomulgado, insurgente y que había proclamado a la patria”, también pusieron en tela de juicio su patriotismo, pero fray Jerónimo Cavero, salió eximido de todas estas acusaciones, siendo destacado por la Junta de Purificación y declarado Benemérito de la Patria.
Regresó a su terruño, Arequipa, lugar donde pasó los últimos años de su agitada vida, dejando de existir el año de 1847.

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