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Escribe: María CoaguilaTorres
Tenía 24 años cuando conoció la respuesta del por qué se hizo maestra Ana Verónica Torres Huillca, ella llegó en el año 2011 al distrito de Orcopampa, ubicado en la provincia de Castilla, una zona con temperatura gélida que en ocasiones es más fría que el congelador de una refrigeradora. Allí sus estudiantes la recibieron con inocentes sonrisas, ella llegó dispuesta a dar lo mejor para ayudarlos a forjar un mejor futuro.
"El frío te llega a los huesos y si se te moja el pelo se endurece, haciendo doler la cabeza", recuerda Ana Torres sobre sus primeros días en el pueblo. A pesar de las adversidades, como el constante desafío de mantener la higiene en condiciones extremas, encontró consuelo y motivación en el brillo de los ojos de sus alumnos. Cada "buenos días, profesora Anita" era un rayo de sol que derretía el frío más intenso y llenaba su corazón de gratitud por su elección de carrera.
Durante su tiempo en Orcopampa, no solo enseñó a leer y escribir, sino que se convirtió en un faro de apoyo y estímulo para sus alumnos y sus familias. Las mamás de los pequeños, agradecidas por su labor, no dudaron en retribuirle con sacos de papa, queso y otros productos, gestos que resonaron profundamente en el alma generosa de Ana.
Ahora con 37 años, Ana Verónica cuenta con 16 años de trayectoria, sin embargo, no todo fueron triunfos fáciles. En su camino como educadora, observó cómo algunos padres, agobiados por las necesidades económicas y las duras condiciones de vida, luchaban por involucrarse en la educación de sus hijos. Esta desconexión, aunque entendible, a menudo afectaba la autoestima y el desarrollo de los pequeños, una preocupación que motivó a Ana Verónica a implementar métodos innovadores en su enseñanza.
Además ella cree fervientemente que los juegos son esenciales para motivar a los niños en su aprendizaje, especialmente en matemáticas, donde el temor a los números puede convertirse en entusiasmo por descubrir. Critica los métodos tradicionales donde los alumnos solo escriben y los maestros dictan, y afirma con convicción: "El aprendizaje no debe ser una carga, sino una emocionante aventura".
Actualmente, Ana Verónica continúa su labor en la I.E. Los Rosales, de la UGEL Joya, donde cada día emprende un viaje para encontrarse con sus alumnos, quienes la reciben con sonrisas y anécdotas de sus vidas cotidianas. Para ella, estos niños son más que estudiantes; son como hijos que merecen oportunidades equitativas, sin importar las brechas entre zonas rurales y urbanas.
En su voz se percibe un anhelo profundo de un futuro donde todos los niños, sin importar su lugar de nacimiento, puedan alcanzar sus sueños. Es un testimonio vivo de cómo la pasión y el compromiso pueden transformar vidas, dejando una huella imborrable en cada niño que tiene el privilegio de cruzar su camino.
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