Las mujeres han demostrado ser valientes y tener la fortaleza para levantarse si tropiezan y caen. Saben salir al frente dejando el pasado, solo piensan en el futuro y en el de su familia, para ello logran lo que se proponen. Son capaces de hacer infinitos oficios, pero con la fe puesta en levantarse sin hacer daño a nadie, la felicidad con una sonrisa vuelve a relucir en sus rostros.
Esas sensaciones siente Carmen Calla Gil, quien pasó siete largos años privada de su libertad, tiempo que vivió tras las rejas en el penal de mujeres de Socabaya, donde en innumerables días y noches muchas lágrimas rodaron por sus mejillas, las que se curtieron, ahora están llenas de vida, está satisfecha de haber aprendido a levantarse y salir adelante.
Carmen Calla Gil es una joven mujer, quien cuenta a Diario Viral que producto de las malas compañías cayó en desgracia y terminó presa en el penal por cometer un delito, pero hoy es una empresaria triunfadora, satisfecha de haber generado su propia fuente de trabajo y lo que es más importante, dando trabajo a exreclusos y a los internos del penal de Socabaya que purgan diferentes condenas por los delitos cometidos en contra la sociedad.
“Antes de mi ingreso al penal en noviembre de 2008, mis padres trabajaban en cuero, confeccionando una serie de artículos y es allí donde aprendo algo que definitivamente me sirvió de mucho en los primeros meses de mi prisión y que ahora me permitió tener mi propia empresa”, manifestó.
En otro momento del diálogo con Carmen se le quiebra la voz, sus ojos se enrojecen, pero recobra valor y nos cuenta que los primeros meses fueron fatales, pasando con mucho dolor su primera navidad detenida, recordaba a sus dos hijos a los que extrañaba, pero el 12 de junio del 2015, por redención de pena por trabajo, logra su libertad con la promesa de no volver a cometer ningún delito que la lleve a estar tras las rejas.
“En el interior del penal, luego de unos pocos meses, ingresé al Cetpro que funcionaba en el mismo reclusorio aprendiendo a utilizar la máquina industrial de coser, logrando capacitarme en costura, bordado y otras manualidades, posteriormente pasé a enseñar a otras reclusas todo lo aprendido, fui delegada del pabellón. Luego pasé al B. Estar en un penal es muy doloroso. Es la muerte en vida. Existen muchas limitaciones. Me vi obligada a comer de la paila, donde la alimentación no es buena. Por ello, dejé el dolor a un lado para trabajar buscando reducir mi pena”, indicó Carmen Calla.
Está muy agradecida a Dios, así como a las autoridades del penal, que le dieron la oportunidad de estar en el área de trabajo donde adquirió más experiencia y aprendió a confeccionar una variedad de prendas en cuero y otros materiales. Gracias a ese apoyo, ahora cuenta con un espacio en el interior del expenal Siglo XX donde a precios cómodos se comercializa una variedad de trabajos hechos por los internos e internas de los penales de Socabaya.
“Personalmente les llevo el material a los reclusos para que hagan sus trabajos y puedan salir adelante”, finalizó.