Crónica

De la desilusión al éxito docente

Después de su primer día de practicante como profesor no quiso volver a enseñar, pero su hermano le dio fuerza para persistir y hoy ama ser maestro

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DIARIO VIRAL

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Escribe: Noelia Zelada Yauri

Desde el momento en que decidió seguir los pasos de su padre, quien a pesar de no ser profesional, dedicó su vida a la investigación culinaria, Luis Alberto sintió el llamado de la educación. Sin embargo, el inicio de su carrera no fue fácil. Recuerda con claridad su primer día frente a un grupo de adolescentes que ponían a prueba su habilidad para enseñar. 

“La primera clase que dicté fue en quinto de secundaria, los jóvenes eran increíblemente inquietos y desafiantes. No me prestaban atención. Con solo 26 años, me sentía perdido, sin saber cómo manejar la situación. Mis alumnos se burlaban de mí, mientras yo dudaba constantemente, mi voz temblaba y no lograba imponer autoridad. Recuerdo claramente que ese día, al regresar a casa, me invadió una profunda desilusión y ya no quise enseñar más. Sin embargo, el consejo de mi hermano Héctor, que también es profesor, fue crucial. Me instó a no rendirme, a poner más energía y cambiar mi enfoque. Al día siguiente, decidido y renovado, regresé al aula. Esta vez, los estudiantes comenzaron a responder positivamente. Desde ese día empezó mi carrera de docente”, narró.

EXPERIENCIAS QUE LO MARCARON. Fuera del aula, las lecciones de Luis Alberto trascienden el currículo escolar. Recuerda con afecto sus experiencias en Matarani (Mollendo), donde los jóvenes, afectados por la necesidad económica, combinan el estudio con el trabajo duro en el puerto. “Es parte de su vida”, dice con una mezcla de orgullo y comprensión. 

“Cuando trabajaba en Matarani, los jóvenes tenían acceso a teléfonos celulares. Cuando mencioné esto al director, él confirmó que era parte de su rutina diaria, ya que muchos de ellos trabajan en el puerto. A menudo, los llaman para que ayuden como estibadores cuando llega un buque cargado de pescado. Estos jóvenes, de entre 16 y 17 años, estudiantes del colegio Miguel Grau de Matarani, a veces me decían: “¡Profesor, tenemos que irnos!” y se ausentaban junto con 15 o 16 compañeros. Regresaban aproximadamente una hora y media después, explicando que habían estado trabajando en un barco de seis toneladas. El director me decía: tienen que irse porque es parte de su trabajo, ellos viven de esa actividad. Yo recuerdo con cariño a esos jóvenes, siempre me traían pescado fresco, aunque yo no vivía allí y no tenía manera de prepararlo o consumirlo”, expresó.

Esta conexión con la realidad de sus estudiantes refuerza el compromiso del profesor Luis con la educación como un motor de cambio social, por eso cuando prepara a sus alumnos no solo para aprobar exámenes, sino para enfrentar los desafíos de la vida con coraje y determinación.

COMPATIBILIZAR PATERNIDAD Y DOCENCIA. Actualmente Luis Alberto es padre de dos hijos talentosos, él entiende la importancia de equilibrar la exigencia con el apoyo paternal. Su hijo mayor, es destacado en matemáticas y música. “El éxito viene con esfuerzo y dedicación”, les dice a sus alumnos, inculcándoles la misma ética que practica en casa.

En sus clases, Luis Alberto se destaca por su enfoque práctico y divertido. Reconoce que los estudiantes no deben aburrirse, sino disfrutar aprendiendo. Con especial atención a los alumnos de quinto de secundaria, les prepara para los desafíos universitarios y les motiva a alcanzar sus metas académicas con diligencia.
 

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