La fibra alimentaria, tradicionalmente asociada a la salud digestiva, ha demostrado tener un impacto directo en el funcionamiento del cerebro. Nuevos estudios científicos señalan que una ingesta adecuada de fibra puede mejorar la memoria, la concentración y la velocidad mental, convirtiéndola en un aliado clave para la salud neurológica a largo plazo.
Investigaciones citadas por la revista Women’s Health y publicadas en Nature Communications revelaron que personas que aumentaron su consumo de fibra mostraron mejoras cognitivas significativas. En uno de los estudios, participantes que recibieron suplementos de fibra durante 12 semanas obtuvieron mejores resultados en pruebas de memoria y procesamiento mental frente a quienes recibieron un placebo.
Los expertos explican que este efecto está relacionado con el eje intestino-cerebro: la fibra favorece una microbiota saludable, reduce la inflamación y mejora la comunicación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso. Este proceso influye directamente en funciones cerebrales como la concentración, el estado de ánimo y la prevención de enfermedades neurodegenerativas.
Alimentos como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos son las principales fuentes de fibra. En especial, la fibra soluble ayuda a regular el azúcar y el colesterol, mientras que la insoluble mejora el tránsito intestinal. Los especialistas recomiendan priorizar fuentes naturales antes que suplementos, salvo indicación médica.
Más allá del bienestar digestivo, una dieta rica en fibra se asocia con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad y deterioro cognitivo. Los expertos coinciden en que pequeños cambios alimenticios sostenidos en el tiempo pueden marcar una diferencia significativa en la salud cerebral y en la calidad de vida a largo plazo.
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