Ashley Smylie, reconocida profesora de matemáticas y maestra del año, fue asesinada el 19 de marzo de 2024 con tres disparos en la cabeza. La autora del crimen fue su propia hija, Carly Gregg, de 14 años, quien utilizó la pistola que su madre guardaba bajo la cama para defenderse de posibles peligros. Tras el ataque, la joven envió un mensaje desde el teléfono de su madre a su padrastro, Heath Smylie, e incluso invitó a una amiga para mostrarle el cuerpo.
“¿Te dan asco los cadáveres?”, preguntó Carly a su compañera antes de confesar: “Le metí tres a mi madre y tengo tres más esperando a mi padrastro para cuando llegue a casa: dos para la cabeza y uno para el pecho”. Heath Smylie relató ante el tribunal: “Cuando abrí la puerta... el arma se disparó en mi cara antes de que la puerta se abriera unos siete u diez centímetros. Se disparó dos veces más, pero mi mano estaba sobre el arma después del primer disparo y se la quité a Carly”.
La fiscal adjunta Kathryn Newman explicó que el móvil estaría vinculado a la “vida secreta” de drogas de la menor: “Según el testimonio de un amigo, él estaba tan preocupado por el consumo de marihuana de Carly, tan preocupado por que estuviera drogada y tan preocupado por si tenía esos teléfonos desechables, y por que su madre no supiese nada al respecto, que se sintió obligado a contárselo a la señorita Ashley Smylie ese día”. La defensa, en cambio, alegó enajenación mental, consumo de antidepresivos y traumas familiares, apoyándose en testimonios de psiquiatras y consejeros.
El fiscal Michael Smith rechazó esos argumentos y sostuvo que Carly era plenamente consciente: “Sabía exactamente lo que estaba haciendo y conocía la diferencia entre el bien y el mal”. En septiembre de 2024, el jurado la declaró culpable y fue condenada a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por asesinato en primer grado, intento de asesinato y manipulación de pruebas.
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